“Cada rostro es un planeta por descubrir. Reflejo de intimidad y vasta tierra de sorpresa. Si lo sobrevolamos de muy cerca, con un encuadre topográfico cerrado, dos ojos, una nariz, una boca comunes a millares de hombres o mujeres: el micro-mundo se abre entonces sobre un macro-mundo, espacio del espacio, pretexto universal para infinitas variaciones … La identidad del Otro reposa sobre el reconocimiento de la ínfima e inmensa variabilidad de su rostro-paisaje.”
Guy Ferrer
Es un proyecto basado en el retrato fotográfico, cuya intención es plasmar la mirada e identidad de 10 mujeres que viven en Bélgica, de diversas edades y estratos sociales. Al contar la historia de este proceso y la victoria de al fin conseguir un sitio dentro de la nueva sociedad, hace que el relato se vuela transcendente, posibilita al relato-retrato construir un tejido de interacción en el que la acción conversacional propia de la autobiografía, entrevistas o afines conduce al rescate del testimonio del otro, a reconocer su presencia o cercanía.
Estos retratos han sido tomados en sus hogares o sitio de trabajo, son producto de una entrevista y conversaciones por parte de la artista a mujeres inmigrantes ecuatorianas que viven en Bruselas. Las entrevistadas han escogido un sitio dentro de su ambiente cotidiano en donde ellas se sienten cómodas y tranquilas, donde su identidad se sienta representada como “su espacio”.
Esta idea está básada en la propia experiencia de la artista como migrante en Bruselas durante el período de un año. Al entrevistar y escuchar las historias se da sentido a la propia vida, pero también, al otro, como interlocutor necesario para el conocimiento de uno mismo. En esta relación de diálogo se da la construcción de la identidad y la alteridad, una suerte de moneda con sus dos caras inseparables: la individual y la colectiva.
Gloria:
“Cuando salimos de Ecuador nos fuimos por la terrible situación económica en el país… en esa época los ecuatorianos no necesitábamos visa, dijimos que nos íbamos de luna de miel, a pesar que ya teníamos un hijo que dejamos encargados con mi madre. Pensábamos que íbamos a Londres, solo una semana antes supimos que adonde íbamos era en realidad Bruselas….ya en el avión me saque las botas porque en ese tiempo se viajaba elegante…pero se me hincharon los pies y ya no me pude poner las botas de nuevo….” Gloria, 47 años.